Soy Francesc Juan, fotógrafo profesional y amante confeso de los animales.
Mi historia con la fotografía empezó mucho antes de que supiera ajustar una cámara. De pequeño, mi padre era el que llevaba la cámara en cada viaje, y yo era ese niño impaciente que se la quería quitar a cada rato. Pero claro, en aquella época todo iba con carrete, así que me dejaban usarla bajo vigilancia extrema, porque no tardaba en acabar con todo el rollo. Un día, cansados de mi insistencia, me regalaron mi primera Nikon automática. Desde entonces, no he soltado la cámara.
A los 18, sin decirle nada a nadie, reuní todos mis ahorros y me compré mi primera réflex digital: una Nikon D90. Volví a enamorarme de la fotografía, y en poco tiempo ya estaba metido de lleno en sesiones, eventos y trabajos por encargo.
Pero el verdadero culpable de que hoy esté aquí, fotografiando a los compañeros peludos que llenan nuestras vidas, tiene nombre: Bruno, un mestizo de pitbull con 32 kilos de amor incondicional. Empecé fotografiándolo en nuestros paseos, y sin darme cuenta, ya estaba recorriendo España capturando la ternura de peludos grandes y pequeños.
Aunque empecé como autodidacta, formándome con foros, vídeos y mucha práctica, pronto decidí dar un paso más: estudié un FP de Laboratorio de Imagen y me especialicé en edición e iluminación con grandes referentes de la fotografía.
Capturo lo invisible
Mi estilo es natural y minimalista. No me interesa crear escenas artificiales, sino retratar lo que está ahí: esa mirada, ese gesto, esa conexión entre tú y tu animal que no se puede fingir. Lo más importante para mí es eso que no se ve pero se siente: el alma de cada mascota.
No busco poses perfectas, sino momentos reales, espontáneos, imperfectamente hermosos. Me gusta que mis fotos cuenten historias sinceras, que sean un espejo de la relación única que compartes con tu peludo.
Mi manada y mis locuras
En casa comparto vida con Bruno, Mia y Duna —un perro y dos gatitas— que hacen que cada día tenga sentido (y pelos en la ropa). Y como no podía ser de otra forma, las anécdotas en mi trabajo sobran: desde acabar metido en un río por una “caricia” un poco efusiva, hasta encontrarme un gatito dormido dentro de la mochila de la cámara. Pero esa espontaneidad, esa locura maravillosa de los animales, es lo que más me apasiona de este trabajo.
Más que fotos, recuerdos que perduran
Quiero que, cuando leas esto, sientas que estás hablando con alguien que entiende lo mucho que significa tu mascota para ti. Que sepas que cada clic que hago es con respeto, cariño y un profundo amor por los animales.
Porque mi trabajo no es solo hacer fotos. Es crear recuerdos que puedas tocar, revivir y compartir por generaciones.
O como me gusta decir:
No retrato pelaje y ojos. Retrato esa chispa invisible que hace única a tu mascota: su alma.

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